XXI. DE LA CURACION DE UN LEPROSO

Un día il hombre di Dios, Domingo, salió del monasterio, yendo al pueblo que la gente llama Monte Rubio. Una vez allí sentóse ante la iglesia de Santa María, siempre Virgen, y comenzó a instruir al pueblo, que a raudales llegaba hasta él, acerca del reino de Dios. Entretanto, preséntanle un leproso que, lleno de llagas, se arrodilla ante sus pies. Al verlo, el hombre de Dios se compadeció de él , entró en la iglesia de San Marín, obispo, situada no lejos de aquel lugar, revistióse de los paramentos sacerdotales y por medio de la santa misa y de oración, con sus propias manos le quitó sus ropas y con sal y agua benditas, lavó enteramente su cuerpo en el nombre de Dios, curándolo así de la lepra.


(Western Civilizations. Lerner, Meacham, Burns. p 311.)

Una corrida de toros medieval.
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